El golfista estadounidense Scottie Scheffler, actual número uno del circuito profesional (PGA), volvió a levantar un trofeo de prestigio tras coronarse en el 153º Abierto Británico disputado en Royal Portrush el pasado fin de semana, con una destacada marca de 17 bajo par. Sin embargo, más allá del logro deportivo, sus palabras en conferencia de prensa resonaron por su enfoque de vida:
Scheffler, reconocido tanto por su talento como por su profunda fe cristiana, afirmó que su prioridad no está en los títulos ni en los rankings, sino en su relación con Dios y su círculo íntimo. “El golf es lo tercero más importante en mi vida. Mi fe y mi familia siempre van primero”, afirmó con convicción.
El deportista ya había expresado pensamientos similares tras ganar el Torneo de Maestros de 2024, donde relató cómo sus amigos lo ayudaron a reenfocar sus motivaciones.
Scheffler también reconoció el rol de su esposa, Meredith, con quien contrajo matrimonio en 2020 en una iglesia presbiteriana de Dallas, Texas. Ella ha sido un pilar espiritual en su carrera, recordándole que el amor y la identidad personal no están atados al desempeño profesional.
Con este nuevo título, Scheffler consolida su lugar en la élite del golf mundial, pero insiste en que su propósito va más allá de los logros deportivos.
Sus declaraciones no solo reflejan su fe personal, sino que también impactan en una audiencia más amplia dentro y fuera del deporte, mostrando que para algunos, incluso en lo más alto del éxito profesional, la fe sigue siendo el eje de sus vidas.
“Dios, familia y golf. En ese orden”.
“Me dijeron que mi victoria estaba asegurada en la cruz. Mi identidad no depende del resultado. Estoy seguro para siempre, gane o pierda”, declaró en ese entonces.
“Siempre ora por la paz en el campo”, agregó el golfista, destacando su apoyo constante.
“Me han dado el don de este talento y lo uso para la gloria de Dios”, expresó.