Según un estudio del Dr. Brad Wilcox, director del Proyecto Nacional de Matrimonio, las personas más felices en Estados Unidos no son las que tienen mayores ingresos, seguidores en redes sociales o una carrera exitosa, sino quienes están casadas, practican su fe asistiendo a la iglesia y a menudo son padres. El matrimonio, en particular, es identificado como la clave para una felicidad más profunda y duradera.
Esta realidad contrasta con las prioridades expresadas por los adolescentes en encuestas recientes, donde solo un 36% considera importante casarse, mientras que la mayoría prioriza el éxito profesional, las amistades o el dinero. El autor del artículo invita a replantear el mensaje cultural hacia los jóvenes, enfatizando el compromiso amoroso y el propósito compartido como caminos más sólidos hacia la alegría auténtica.
Lejos de idealizar el matrimonio, se reconoce que ninguna relación es perfecta, pero se propone verlo como un espacio para crecer en amor y propósito, en consonancia con valores cristianos que destacan el amor sacrificial y el pacto como fundamento para una vida plena.