El pasado sábado 7 de junio, Miguel Uribe Turbay, aspirante presidencial colombiano del partido Centro Democrático, sufrió un atentado cuando participaba en un mitin en el barrio Modelia, al occidente de Bogotá. Recibió dos disparos, uno en la cabeza y otro en la pierna, y fue trasladado en estado crítico a la Fundación Santa Fe, donde permanece en cuidados intensivos con pronóstico reservado.
El agresor, un menor de 14 años, fue capturado inmediatamente, pero las autoridades continúan investigando quién dio la orden y cuál fue el móvil detrás del ataque. La utilización de un menor para perpetrar un crimen responde a la menor condena que estos reciben en Colombia, según expertos en seguridad.
La esposa de Uribe, María Claudia Tarazona, conmovió a la nación al pedir públicamente desde la cuenta oficial del candidato una cadena de oración por su recuperación: “Miguel está luchando por su vida. Pidamos a Dios que guíe las manos de los doctores que lo atienden. Pongo mi fe en Dios”, expresó.
El atentado ha generado una condena unánime en Colombia y ha reavivado temores sobre la creciente polarización y violencia política en el país, recordando épocas de crisis como la de los años 80, cuando narcotraficantes atentaban contra candidatos presidenciales para sembrar terror.
El presidente Gustavo Petro rechazó el uso político del ataque y criticó a quienes intentan aprovechar la situación. Sin embargo, figuras de la oposición y líderes internacionales han señalado con dureza al gobierno actual, acusándolo de fomentar un clima de violencia a través de discursos agresivos.
Diversos líderes cristianos de Colombia y América Latina han hecho un llamado a la oración, la paz y la unidad, rechazando la violencia y solicitando protección para el país. Entre ellos se destacan el pastor John Milton Rodríguez, el evangelista Alberto Mottesi y el conferencista José González, quienes manifestaron su preocupación y su esperanza en la recuperación del candidato.