La elección de la reverenda Cherry Vann como nueva arzobispa y primada de la Iglesia de Gales ha generado un fuerte rechazo dentro de la comunión anglicana mundial. Vann, que pertenece al colectivo LGBT y ocupa el cargo de obispa desde 2020, fue designada el pasado 30 de julio tras una votación entre clérigos y laicos. Se convierte así en la primera mujer y primera persona abiertamente homosexual en liderar una diócesis anglicana en el Reino Unido.
La Global Anglican Future Conference (GAFCON), alianza formada en 2008 y que representa a aproximadamente el 85% de los anglicanos, emitió un comunicado firmado por su presidente, Laurent Mbanda, en el que calificó la decisión como “otro clavo en el ataúd de la ortodoxia anglicana”. La organización, de línea conservadora, acusó a la Iglesia de Gales de ceder a “presiones mundanas” y de rechazar la “voz de Dios” en materia de sexualidad.
En la declaración, GAFCON llamó a sus miembros a “tomar una postura” frente a lo que considera un abandono de las enseñanzas bíblicas, y reiteró su apoyo a la Red Anglicana en Europa como alternativa para quienes no acepten las decisiones de Canterbury.
La reacción más contundente llegó desde África. La Iglesia Anglicana de Nigeria, una de las más numerosas del mundo, anunció la ruptura de relaciones con la Iglesia de Gales. Su primado, Henry Ndukuba, tildó el nombramiento de Vann como una “abominación” y denunció que forma parte de una “agenda malvada” promovida por sectores revisionistas en Occidente.
Este episodio profundiza la división entre las ramas conservadoras y liberales del anglicanismo, especialmente marcada desde que en 2023 el Sínodo General de la Iglesia de Inglaterra aprobó bendecir uniones de parejas del mismo sexo, aunque sin celebrar matrimonios religiosos.
