Un nuevo capítulo de horror sacude a Nigeria. Entre el 8 y el 14 de junio, al menos 218 personas murieron y más de 6.000 fueron desplazadas tras una serie de ataques violentos en comunidades mayoritariamente cristianas del Estado de Benue. Según informes de Puertas Abiertas y fuentes locales, los responsables serían extremistas fulani fuertemente armados que actuaron con extrema brutalidad contra civiles, incluidas mujeres y niños.
La masacre alcanzó su punto más cruento el 13 de junio, cuando los atacantes asaltaron el centro misionero de Yelewata, donde se refugiaban 400 personas. Tras ser repelidos por el ejército, los agresores se dirigieron al mercado principal y allí dispararon indiscriminadamente e incendiaron almacenes donde se refugiaban desplazados. El saldo: al menos 200 muertos en esa sola jornada.
Los testimonios recabados por la Fundación para la Justicia, el Desarrollo y la Paz de la Diócesis de Makurdi revelan una escalada sistemática de violencia. Desde el asesinato de agricultores y mujeres en zonas rurales, hasta emboscadas mortales a equipos de rescate y fuerzas de seguridad, los ataques se han caracterizado por su planificación y brutalidad. Muchos testigos afirman que los agresores gritaban “Allahu Akbar” durante los ataques.
Jo Newhouse, portavoz de Puertas Abiertas para África subsahariana, denunció que “es inaceptable que este patrón de ataques continúe sin restricciones” y pidió al Gobierno nigeriano que actúe con decisión. La ONU también condenó los hechos y exigió una investigación completa y justicia para las víctimas.
El gobernador de Benue, Hyacinth Alia, declaró que el Estado se encuentra “firmemente sitiado por terroristas” y reconoció que la violencia ha superado el conflicto tradicional entre agricultores y ganaderos. Señaló que en los últimos dos meses la situación se ha agravado de forma alarmante.
El trasfondo del conflicto revela una compleja combinación de factores religiosos, étnicos y territoriales. Aunque algunos lo explican como una lucha por recursos naturales, diversas organizaciones denuncian una campaña sistemática de violencia contra las comunidades cristianas del cinturón central, una región diversa y estratégica para la seguridad alimentaria del país.
Ante esta crisis, Puertas Abiertas lanzó la campaña internacional #LevantateAfrica, que reclama protección urgente, justicia efectiva y la restauración de los derechos y territorios para las comunidades cristianas perseguidas. La comunidad internacional es llamada a actuar con firmeza para detener lo que muchos califican ya como una tragedia humanitaria silenciada.