Kim Phúc, símbolo de la guerra de Vietnam, sobrevivió a un ataque de napalm a los 9 años. Tras años de sufrimiento y odio, encontró en la fe cristiana un camino hacia la paz y el perdón, incluyendo a quienes causaron su tragedia.

La imagen de una niña corriendo desnuda y abrasada por una bomba de napalm recorrió el mundo en 1972, marcando un antes y un después en la percepción internacional de la guerra de Vietnam. La niña era Phan Thị Kim Phúc, quien con apenas nueve años sufrió quemaduras severas tras un bombardeo en el poblado de Trang Bang.

Declarada sin esperanza de vida, fue dejada en la morgue durante tres días hasta que sus padres la encontraron aún con vida. Sobrevivió tras 17 operaciones de injerto de piel y años de intenso dolor físico y emocional. Su imagen se convirtió en un símbolo del sufrimiento civil durante la guerra, y en un catalizador del movimiento antibélico en Estados Unidos.

Décadas después, Kim Phúc relató que vivió llena de odio, ira y resentimiento, hasta que a los 19 años, encontró una Biblia y abrazó la fe cristiana. Su conversión al evangelismo cambió radicalmente su perspectiva. “Estaba llena de odio… hasta que encontré paz en Cristo”, declaró. Inspirada por las palabras de Jesús en la cruz, decidió perdonar incluso a los que lanzaron la bomba que marcó su vida.

En 1996, Kim protagonizó un emotivo momento al hablar durante el Día de los Veteranos en Estados Unidos, donde ofreció su perdón a los soldados que participaron en el conflicto. Uno de ellos, implicado en el ataque a su aldea, le pidió perdón personalmente y ambos se abrazaron entre lágrimas.

Hoy, Kim vive en Canadá, está casada y es madre de dos hijos. Comparte su historia en conferencias y actos públicos como un testimonio de fe, reconciliación y resiliencia. La imagen que una vez simbolizó el horror, ahora encarna un mensaje universal de paz y esperanza.